miércoles, 22 de abril de 2015

LINFOMA CUTANEO EPITELEOTROPICO (CANINO) 2

Nuestro pequeño siempre había tenido muy delicada la piel. Por lo visto es algo habitual en el Cocker Spaniel. En temporadas algunas zonas de las patas se le descamaba la piel...parecido a una dermatitis. Le trataban en el veterinario y todo estaba controlado. 

Hace unos tres años le salió una descamación en el belfo izquierdo. Le llevamos a consulta y no parecía nada extraño, le pusieron un tratamiento y desapareció. Después de unos meses le volvió a salir, le volvieron a poner el mismo tratamiento y también desapareció. Todo parecía indicar que era por esa piel tan delicada que tenía. 
Hasta Enero de 2014, que la descamación volvió y no se quiso marchar, Empezó a sangrar y a oler a infección. Le hacíamos las curas diarias y nada de lo que habíamos hecho hasta ese momento funcionó. Empezaron a valorar si podía tratarse de algo más. Incluso que fuese algún tipo de enfermedad autoinmune por el que su cuerpo luchaba contra si mismo y el tratamiento anterior ya no hacía efecto. Le dieron cortisona y mejoró, la herida empezó a remitir aunque lentamente. A mi lo primero que se me vino a la cabeza fue el cáncer ya que mi abuelo un año antes había fallecido después de luchar contra un tumor que empezó de la misma manera, una herida en el carrillo (al parecer hay veces en la vida que tienes que revivir ciertas cosas cuando aun no te ha dado tiempo ni ha superarlas).  Me dijeron que no nos asustáramos, que no parecía un tumor pero que para estar más seguros le harían una biopsia. 

Y después del puente de mayo llegaron los resultados. Era un cáncer. Linfoma cutáneo epiteleotrópico. Lo que yo entendí es que era un tipo de cáncer de piel que estaba en la epidermis y por eso cada vez que su piel intentaba regenerarse no lo conseguía.
Nos dijeron que la esperanza de vida era de unos meses, que no tenía solución y teníamos que estar preparados para lo que pudiese pasar. No es un cáncer común así que además consultaron con una doctora que investiga este tipo de cáncer para podernos ofrecer un tratamiento adecuado. Nos aconsejaron empezar con quimio. Para este tipo de linfoma existía la posibilidad de dar quimioterapia en pastillas, solo tres dosis cada quince días (combinado con cortisona). Además era un tipo de medicación que en perros no tenía apenas efectos secundarios por lo que seguiría teniendo una buena calidad de vida. Según sus estudios algunos perros habían conseguido alargar su vida entre 10 y 12 meses.
La cortisona le fue bastante bien y la herida del labio casi desapareció completamente pero de repente la trufita de la nariz empezó a despigmentarse. 

A pesar de todo él seguía igual. Jugaba como siempre, estaba feliz, El apetito no le cambió en ningún momento y si no fuese porque sabíamos lo que tenía no parecía un perro enfermo. 
De repente la zona entre la boca y la trufa empezó a oscurecer, descamarse y perder pelo. Primero la zona izquierda. La trufa volvió a pigmentarse, la herida del belfo desapareció y la hinchazón del morrito paso de un lado al derecho. El ganglio derecho empezó a inflamarse. 

Las descamaciones de las patas se volvieron mas llamativas y cuando le llevabámos a cortar el pelo veíamos que le iban saliendo algunos bultitos pequeños y heridas por el lomo así que cada vez que íbamos a la pelu nos quedábamos con él para avisar a los peluqueros caninos donde tenía los eczemas. El seguía igual de alegre. No tenía picores ni nada que nos hiciese pensar que podía estar sufriendo. 

Después de darle la primera dosis de cortisona no paso nada, no hubo ningún efecto secundario. Tras la segunda tampoco. Todo parecía ir como nos habían comentado. La lomustina (las pastillas de la quimio) le ralentizaron el cáncer y las heridas dejaron de avanzar. 

Llegó agosto. Tercera y última dosis de lomustina. Nos llevamos al peque al pueblo que era donde mejor se lo pasaba. Yo me quedé tranajando en Madrid y cuando llegué y le ví me derrumbé. Se pasaba el día tirado en el suelo de la casa, solo estaba alegre cuando salía a la calle. La descamación se le había extendido por un lado hasta por encima de los ojos. Ahí recordé que mi perro tenía 12 años...ahora si tenía cara de viejito. Creo que el calor también le hizo estar así esa temporada, aunque el pueblo esta en una zona donde no hace mucho calor supongo que la temperatura alta no le vino bien, le hacía estar más apagado.

Ya habíamos acabado con la quimio pero como le había ido bastante bien nos propusieron continuar. Esta vez dijimos que no porque con la última dosis le encontramos mas desanimado y decaído. No nos queríamos arriesgar a que lo pasara mal.
Seguimos con la cortisona, el protector gástrico y antibiótico en las ocasiones donde salía una herida agresiva con infección. Tenía una farmacia para él solo el pobrecín. Sin contar que con la cortisona hacen más pipi y había que sacarle cada dos horas. Ya nos avisaron que era normal y que tendría que tomarla hasta el final para intentar retener las células malignas todo lo posible. Nada importaba mientras el siguiese mostrando la misma energía y no le doliesen o molestasen las heridas.

Por aquellos meses ya estabamos todos alucinados, no solo por el tiempo extra que nos estaba regalando sino por la vitalidad que aun tenía. Saltaba, corría, jugaba y comía como un perro normal. Eso si, en otoño empezó a dormir un poquitín más y le apetecía estar más rato solo, se volvió un poco más gatiperrillo aun.

LLegó el invierno y la trufa volvió a despigmentarse. Y no solo eso...a descamarse también. Empezamos a ver como se quedaba sin trufita por el lado izquierdo. Solo cuando empezó a hincharse la "aleta de la nariz" vimos que le empezaba a molestar. Nunca se rascó con la pata. Solo se apoyaba contra una tela que pusimos cuando venía contento de la calle, creo que le aliviaba un poco cuando empezó notaba la hinchazón. Además, el ganglio derecho se le había inflamado mucho, le sacaron muestra y tenía células cancerígenas en el ganglio.

Hablamos con el veterinario. Siempre nos dijeron que en el momento de ver que el perro no era feliz, sufría o no tenía calidad de vida nos lo dirían para tomar la decisión que nunca quisimos. Pero aun no era el momento. Las consultas eran cada quince días o en algunas temporadas incluso semanales (cuando le salía alguna herida nueva).
A las pocas semanas nos pegó un susto bastante grande. Al subir de la calle encharcó la cocina de sangre. Ni siquiera veía de donde le salía tanta sangre. Al limpiarle las patas vi que le salía de un hueco entre la almohadilla, parecía que se había cortado con un cristal. Cuando la hemorragia paro pude ver que entre las almohadillas le había crecido un bultito y era éste el que sangraba cada vez que apoyaba la pata así que la solución no era fácil porque parecía un tumor y no se podía estirpar completamente (en el estado en que estaba, anestesiarle entero era muy arriesgado).
La calidad de vida disminuía si no podía bajar ni a pasear...pero sinceramente, nos negábamos a despedirnos tan pronto por una herida tan pequeña en la pata.
Hubo una solución. Le sedaron y le extirparon un cachito de ese tumor para que no le molestase al andar. Si con ello conseguíamos que estuviese bien solo unas semanas más ya habría merecido la pena.

A las limpiezas en las descamaciones de las patas y el morrito se unían las limpiezas en la patita. Y el nunca se quejaba, se dejaba curar y nos daba lametones de agradecimiento.

Y llegó Marzo...el mes de la despedida. El lado izquierdo de la nariz se le había hinchado demasiado y ya tenía casi cerrado el agujero para respirar (se lo limpiábamos con un bastoncito para que pudiese respirar pero a los días lo volvía a tener igual). Se le hacía costra toda la zona pero se le caía y la piel no regeneraba. El lado derecho de la nariz también empezó a levantarse y a hincharse y él empezó a querer dormir cada vez más tiempo. Salía a pasear y ya no lo hacía con la misma energía.

Hasta entonces la costra de la nariz se le caía sola pero a partir de ese momento empezamos a observar que a veces era el quien se rozaba para quitársela. Le molestaba. Teníamos que preparar todo para la despedida porque eso ya no era una buena vida.

Una semana antes de la despedida el ganglio derecho también se hinchó. Ese mismo viernes decidimos ponerle la campana para que no se quitara la costra de la nariz y cuando yo llegué por la noche vi como tenía molestias para respirar. Si le quitabamos la campana se hacía una sangría (ya sangraba tanto cada vez que se quitaba la costra que se asustaba, se avergonzaba y se escondía), si estaba con ella puesta no podía respirar bien (supongo que le molestaba por los ganglios del cuello inflamados).
El sábado tenía consulta. Esa misma mañana ya tenía el lado derecho totalmente descamado y empezando a hincharse tapando el otro agujero para respirar también. Y ese mismo día tomamos la decisión. Su veterinario vió que ya no podíamos continuar luchando, que había llegado un momento en el que la enfermedad había ganado y no podíamos hacer más por ofrecerle una buena calidad de vida. Todo a partir de ese momento, tal y como tenía las heridas, iba a provocarle malestar y sufrimiento. Además, en cualquier momento podía fallarle un órgano porque el cáncer ya estaba muy extendido y no debíamos dejar que pasara algo así. Nos dió su opinión y estuvimos todo el día valorando en familia que hacer.

Es la parte más dura de algo así. Saber que tienes que hacer algo por su bien y que tu decisión hará que no veas a tu amigo nunca más. Es horrible, pero hay que pasarlo. Todos lo sabemos al principio, cuando llega a casa nuestro perro pero siempre vemos ese momento tan lejano que ni nos lo planteamos. Nunca había sentido algo así, una sensación de culpabilidad insoportable. Ahora después de un mes ese sentimiento esta algo mas apagado y viendo las fotos de las heridas me doy cuenta de que hicimos lo correcto  en el momento adecuado. Creo que sus ganas de estar con nosotros hicieron que aguantase hasta lo imposible, con esas heridas no se como pudo resistir hasta ese último fin de semana, que fue cuando realmente le vimos molesto y triste (es más, hasta la mirada le cambió, tenía ojitos de cansancio).

El domingo fuimos al parque, a rebozarse en la hierba y correr. Hicimos fotos, paseamos con otros perros, vimos el lago nuevo para perros...ese donde ya te habías bañado en cuanto lo abrieron (le encantaba tirarse de cabeza al agua). Pasamos una mañana muy agradable. Y el resto de día estuvimos contigo como un día más, sin pensar en lo que estaba por venir, no queríamos que nos notaras tristes.

Y el lunes a las ocho y media, después de todo el día dándote mimitos (ese día ya no quería salir a la calle y al sacarle tiraba para casa), dándote de comer todo lo que quisiste, peinándote (que le relajaba mucho) y rascándote la barriga...subimos a dormir. Comiste golosinas todo el camino, fuimos a despedirnos de la chica de la tienda que siempre te daba chuches y tanto cariño te tenía. Esta vez no temblaste al entrar a la sala de espera del veterinario. Se nos acabaron las chuches antes de despedirnos y comiste lacasitos. Te sedaron simplemente para que no estuvieses nervioso y caíste dormido de lo agotado que debías estar. Roncando como nunca! Un año de lucha...como para no roncar! El dolor no iba llegar, no podíamos dejar que llegases a sufrir o verte un día más los ojitos tristes como ese lunes. Después la inyección...rodeado de toda tu familia dándote besitos, diciéndote cosas bonitas al oído y rascándote las orejillas como siempre. Cuando se tiene que ir un familiar mejor que lo haga rodeado de todos los que le quieren.

Nos has enseñado tantas cosas buenas que nunca sabría como agradecértelo. Quiero creer en que algún día nos veremos allí arriba, y te daremos más lacasitos y no pasará nada. Quiero creer que estas dando largos paseos con el abuelo, que te llama "bandido" y tu vuelves a hacer la croqueta en el cesped. Quiero creer que en todo este año de enfermedad no has sufrido, que igual que nosotros piensas que la despedida fue en el momento justo, que te has sentido querido siempre y que has sido feliz a nuestro lado. Nosotros si, todo gracias a ti Rocko. Te quiero.








1 comentario: